Mala pata

Hay pocas cosas más dificiles que intentar explicar una derrota en el último minuto. Puede uno poner excusas como que Fran salió lesionado en el entretiempo, como que Eze esta con la bota en el pie, o que tal fue, tal no, y tal estaba suspendido. Realmente no encuentro ninguna razón lógica para lo sucedido, todos tomamos conciencia de que era muy importante sacar un empate contra el último campeón, pero se hizo un muy buen partido, y dado que la suerte no nos acompañó se terminó perdiendo. Trajo esta derrota varias consecuencias, entre ellas que Facu saliera a correr habiendo notado su estado fisico. Algunos reclamos entre bastoneros por esta o aquella jugada, pero todos sabemos que hay que dejar todo adentro de la cancha. Recién es el primer partido por lo que el rendimiento de algunos sumado a la reincorporación de otros, da para ilusionarse y creer que EFFG esta para grandes cosas.

Dado el resultado y mi poca motivación para hablar del partido voy a enfocar mis palabras hacia otra dirección, ya que el domingo viví una experiencia que me marcó fuertemente. Una de esas cosas que quedan en el recuerdo. Faltando poco más de un minuto para que empiece el partido, sentí que alguien me llamaba, me dí vuelta y era Eze. Fran, vení, tengo algo para vos: La cinta de capitán. Difícil es explicar esa situación cuando vi el rojo sangre de esa cinta tan aclamada, esa que dicen que te la ponés y te transformás. Tantas cosas había escuchado de esa mística cinta effgiana, que verla esperandome fue impactante. La "C" impresa en negro, para denotar que es la de capitán, claro que al colocarsela uno ya siente que es importante, pero esa "C" realmente es imponente. Cuesta describir el compilado de sensaciones que se viven en ese momento, quizás decir que es como colgar de tu brazo la esperanza de todo effgiano, tal vez decir que tiene el aliento, el amor, el calor, y la pasión, contenidos todos en aquella pequeña porción de tela. Uno va tomando conciencia de a poco, el sorteo, darle la mano al árbitro, escuchar el "suerte capitanes". Pero realmente caí de donde estaba parado, cuando al ir al area rival, escuché al defensor decir "Agarralo a ese, al capitán." Ahí la sangre recorrió mi cuerpo con otro calor, sentí literalmente el fuego en el pecho, y quizás alguna que otra lágrima que intentaba escaparse. Portar la cinta roja effgiana no es para cualquiera, aquel que la lleve, debe saber lo que significa. Esa persona, afortunado él, tiene que saber que en su brazo cuelga la esperanza y la fé de toda una familia, La familia effgiana.