miércoles, 28 de enero de 2009

Sueño de una noche de verano

Nada tiene esta nota que ver con William Shakespeare, pero pensar en qué escribir para el público bastonero es una responsabilidad importante y muy inspiradora. La llegada y trámite del verano es algo inevitable, las mujeres son más lindas, andan por la calle muy desabrigadas, y revoluciona todo tipo de pensamiento. Pero no todo es color de rosas. Cada vez que el calendario apunta un domingo más, la banda azul y blanca sufre una procesión que va por dentro. Se forma un vacío difícil de explicar, ya que quien no vistió esa camisa preciada, nunca va a comprender la pasión que se vive junto a ella. -¿Vos vas con el auto? ¿Me llevas? ¡Uh! ¿otra vez tengo que llevarlo yo?-. Temas complicados que integran simplemente la previa. ¿Pero que es más lindo que la previa de un partido?. El viaje, discutiendo siempre sobre quién viene y quién no, -¿No viene Moccia?- es una de las dagas que se pueden clavar en el corazón de un effgiano. Alguna que otra factura sobre el rival, quizás alguien se comió un gol en el último encuentro, hay que hacer acordar esas cosas, uno no sabe bien si es para bien o para mal, pero simplemente lo hace.
Ya todo cambia cuando el verde césped roza las havaianas, aún estas sin cambiarte pero ya sentís esa emoción, las piernas tiemblan un poco, quizás es imperceptible para el resto, pero uno sabe que los nervios estan en el aire, es que vestir esa tela no es para cualquiera. El momento de cambiarse siempre da para el chiste, -Que gordifa te comiste anoche!- es la frase mas escuchada, claro que no vamos a dar nombres para no difamar a ningun integrante del plantel.
Va llegando ya la hora del calentamiento, uno que otro ¡pif! a la pelota, pero claro, no hacer entrenamientos con balón siempre complican al effgiano cuando tiene su primer contacto con la redonda. Esta todo dado para el gran momento, se abre el bolso de las camisetas y los colores azul y blanco predominan el ambiente. Comienza el reparto y la emoción crece, ves que algunos integrantes ya gozan de ese momento, estas impaciente, pero no perdés el control. Luego de que salgan cinco o seis, ves tu número y se te escapa una sonrisa. La tomás como quien recibe un premio, y sentis la suave tela que acaricia tus manos. Es el gran momento, comenzás por los brazos y ya te sentís mejor, pero la satisfacción llega de a poco, la cabeza viene después, y para terminar la estirás, para que el rival vea bien tus bastones, símbolo y bandera de guerra.
Claro está que es sólo una camiseta, y que todo gira en torno a un simple partido de fútbol. Pero que suerte la mía, ya que estoy intentando explicar la previa, porque creeme cuando te digo que transpirar esa camiseta, es una sensación que no se puede explicar.